acompañada por la oración que sabe que no hay expulsión de Satanás sin venir a Cristo (Juan 12:31–32). Es en la obediencia de la fe, cuando el hombre deja de rebelarse contra Dios y recibe la victoria que Cristo ha obtenido en la cruz (Colosenses 2:14–15), atando al hombre fuerte y saqueando su casa (Marcos 3:27). Al vencer sobre el poder del mal, la única relación que tenemos con Satanás que es nuestra culpa (1 Juan 3:8–10), queda rota al confiar que por su muerte somos libres del pecado por su
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